Esta mañana en el metro, había un hombre ciego en el vagón que iba guiado por un perro lazarillo. Se ha bajado en la misma estación que yo y casualmente, también a realizado el mismo trasbordo. Me he fijado en ellos mientras caminaba a su lado, y jamás me había percatado de una cosa: los perros lazarillo no saben qué es la ceguera. Desconocen que su amo no ve, y sin embargo son adiestrados para guiar. El perro lazarillo aprende unas coordenadas, unos giros y unas bases. Para él, todo el universo realiza estos giros, es lo normal, es lo que ha aprendido, imagino que sé preguntará dónde estarán los lazarillos del resto de "humanos". El hombre ciego se deja llevar, confía, no teme, sabe que su lazarillo hace lo correcto. Cada día consigue llegar al lugar adecuado, buena señal del trabajo bien hecho. Sin embargo, jamás el hombre ciego podrá explicarle a su guía la importancia que ejerce en su vida, y de la misma manera, jamás el perro guía sabrá qué es la ceguera...
Hay muchos perro-lazarillo que me guían sin saber que soy ciega. Gracias a todos ellos, hoy comienzo a tener mis propias coordenadas.
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