20 junio, 2011

Paradojas de pensamiento

No puedo evitar percibir la contrariedad. Me considero persona reflexiva y en estos tiempos, no hago más que darle vueltas a conceptos dispares que se defienden bajo la misma bandera.

Y quizá eso sea hoy el progreso, que consigamos la contrariedad de replicar las paradojas. Podría darse el caso de que consiguiéramos eso de global/local y progreso/involución al mismo tiempo. No habríamos estado nunca tan cercanos a las alternancias cuánticas del nunca y el siempre que conviven en el mismo lugar y son igualmente reales.

Hoy salimos a proclamar en fin de una era y el inicio de otra, sin saber cómo debe ser y quién sabe, quizá tampoco haga falta que lo sepamos. Sin embargo me preocupa la falta de pensamiento reflexivo. Acusar al que no actúa porque piensa, es lo mismo que interpretar que la política del cambio no requiere en primer término de un cambio de pensamiento político y por tanto, una reflexión hacia el cambio del pensamiento en sí mismo. El talibán no nace por radicalidad, sino porque su propio conocimiento le hace ignorante de un mundo más globalmente concebido.

La acción repercutida sin haber sido previamente reflexionada es inócua, volátil y dispara el efecto colateral de la ecología de la acción. Pero en cierto modo, la corriente necesidad de la medición, hace que la no acción no sea tenida en cuenta, por no poder (volviendo a la paradoja) cuantificarse el movimiento estático.

Y entre toda esta vorágine, me encuentro con acciones desbocadas sin un razonamiento congruente, con acusaciones que me hacen replantearme si mi yo y meta yo tienen alguna coherencia; manifestaciones de acciones que con toda la verdad piden un reparto igualitario de poder y riqueza, sin ser conscientes que la equidad del recurso es la primera regla del modelo neoclásico económico y de pensamiento contra el cual, protestan y argumentan la pena capital.

A veces pienso que puede que ése sea el nuevo camino o la Nueva Vía. A lo mejor, ahora esto va de poder estar en el blanco y en el negro y querer acabar con todo al mismo tiempo. Quizá ése sea el verdadero cambio.

Yo, sin embargo, necesito reflexionarlo.

03 junio, 2011

En el McDonald

No sé si han visto el logo, han hecho como una @ pero con la m. McDonald se ha hecho redonda, y permite entre muerdo de BigMac y patata hipersalada, escribir un post sobre el lugar.

Me hallo en el McDonald de Moncloa, y alucino cada vez que vengo a este lugar. Tengo recuerdos de él a los 5, a los 10, a los 15, a los 20.... cada vez es algo distinto. Me gusta mucho el rediseño de servicios y espacios que ha hecho. Algunos detalles:

- Doble puerta de entrada: El McDonald está en los bajos de Moncloa (hubiera incluído link explicativo, pero no hay referencia web que lo cuente. Resumiendo: zona de copas que en los ´80 ´90 hizo mucho ruido). Para quien no lo sepa, este lugar en Madrid siempre ha sido un poco movidito, sobre todo los fines de semana. Antes había muchas movidas heavys/cabezas rapadas. El espacio era foco de reclutamiento. Antes no había doble entrada; ahora la puerta exterior es de vidrio, y automática. Así bloquean la entrada y la salida cuando quieran. Seguramente una de las cámaras esté apuntando a lo que pasa "en la entrada" Es sutil, pero es medida de seguridad.

- Pedidos en box automáticos: hay 4, interfaz hipersimple. Pago con tarjeta. Han habilitado un mostrador especial sólo para los pedidos hechos en estos box. Desde que se inicia el proceso de compra, hasta que te dan la bandeja pasan máx 3 minutos. No entiendo las colas del pedido en el resto de cajas. Bienvenido a la reconversión del concepto "cajera"

- La madera, esa calidez: Tooodo simula la madera, revestimientos, mesas, paredes. Suavizan los rojos y permiten un juego de luces más natural. Tiene más pinta de restaurante de comida rápida que de McDonald. Oh, wait...

- Espacios diáfanos, pero íntimos: Antes todo era diáfano. Ahora han incorporado muebles que tienen listones de madera horizontales y simulan persianas de bambú entreabiertas. Facilitan la creación de "miniespacios" El lugar resulta menos ruidoso, y no por qué haya menos ruido, sino por que visualmente, tienes la percepción de estar en un lugar más acogedor.

- Iluminación sosegada: luces indirectas, a medio gas. Los ventanales permiten la entrada de luz natural, por lo que la internamente la luz es como la que tenías en el cuarto cuando tenías que estudiar. Un poco más intensa a la hora de iluminar espacios rojos, uno de los colores de la casa. El amarillo desaparece de la decoración.

- Distribución de mesas: ahora son fijas, las mesas para dos están muy pegadas unas con otras. Estés donde estés sentado, siempre verás a personas consumiendo. Los asientos de taburete, estratégicamente situados, están a la altura perfecta para que yo, sentada, les vea. Y además les veo cómodos, charlando. McDonald ha convertido comer en taburete en una cosa ... cómoda!

- Ahora se viene a tomar café: el señor de al lado, ese que digo que está pegado a mí, se está tomando un arábico con nata montada. Su compañero, un café sólo. La hamburguesa es anecdótica. Venir a tomar un café al McDonald... Ah! El de enfrente, está tomando una ensalada.

- Ante todo somos sanos: el papel de bandeja incita a tomar fruta. Cuenta que la mitad de los postres de la casa son fruta. Queremos que los niños coman fruta. Hasta el texto está incluído en un fondo con forma de manzana...

- Sensación de ¿limpieza?: llevo media hora aquí, y ya he visto a 3 personas de la limpieza, recoger basura, barrer a mi lado, retirar bandejas, pasar la mopa. No utilizan ambientadores. El olor sigue siendo... a McDonald.

- Sensación de seguridad: Lo único que es más visible que la M redonda, son las señalizaciones de extractores, boca de incendios, alarmas y salida de emergencia.

¿Experiencia? Nunca pensé hacer un post de un lugar en el que me encontraba. Al sentarme me dieron ganas. Me permitió evadir la mente. Me ha hecho sentir agusto y querer pasar un rato largo en el lugar.

Siguiente paso: incluir la interfaz del box de pedidos en las mesas, así no tendría que moverme para pedir un McFlurry, digo, el postre.