27 febrero, 2011

Lo digo en serio.


Tengo ganas de declarar la verborrea endémica.

Tengo ganas de que se acaben las tonterías de los personajes de moda, de dejar de girar en un círculo que hace de su huella un surco; surco profundamente inútil que no alcanza a ver el piso y si lo hace, le llena a uno la nariz de polvo y humo. De polvo y humo. DPH. (Espera "social" queda mejor: de social polvo y humo. SDPH.)

Tengo los ojos abiertos en exceso por culpa del asombro. Tengo el criterio confuso por culpa de la modernidad. ¡Escribo "competencia" y me siento de otro siglo!. No digamos si me da por hablar de PNL, de querer trabajar las creencias cuando me hablan de un proyecto de innovación, de citar autores como Whitmore o Kotter. Estamos infoxicados, aspiramos a modernetes y nos sentimos earlyadopters. Y ya si eso, que los cutres se encarguen de facilitar la vida al cliente y su toma de decisión. (¿Ves? se me escapa) Perdón, al fan del nicho.

Todo es on. On fire, on site, on line. Se descuida lo cotidiano. Se nos olvida la paridad de un dólar por un saco. Se nos olvida que esto va de generar valor y no de valorar lo generado.

Hay ruido. Mucho ruido. Disciplinas que deberían estar evolucionando se están quedando apartadas, ¡marginadas! El otro día en el súper pensaba "pobres lo de marketing que se dejan la piel en el punto de venta, ¡hoy no les escucha ni Dios!.

Estamos confundidos. La parte que me toca, la innovación... madre mía. Qué descuido. Qué insolencia. Qué cosa.

A mí me da pena. Porque vengo de un mundo donde se ayudaba a la gente a pensar. Vengo de una disciplina donde se hablaba de disrupción sin caer en sota, caballo y rey. Vengo de una definición de innovación cuya parte tecnológica es apenas una variable en la ecuación. ¡Lo escribí en 2008! Es que lo leo y se me caen las lágrimas.

Por eso he decidio volver a la ortodoxia. A lo simple a lo puro, al origen. A trabajar en innovación sí, pero con las personas, con sus capacidades, con su actitud, con sus habilidades. A formar, a revivir pasiones. A ver cómo brillan los ojos. A sentir cómo se acelera el corazón ante una pregunta sin respuesta.

Me voy a desaprender y a re-educar. ¡Qué alivio!.

Ah sí, lo haré dirigiendo el h2i.

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