06 agosto, 2010

Recopilando

Hace tiempo que he dejado de escribir. Hace tiempo que no siento la necesidad de dar lecciones. Sin embargo, siento el deber conmigo misma de reflexionar y encontrar el hilo conductor que me lleva en esta vida a vivir a mi manera.

En esta reflexión me miro, hace un año, un día como hoy. Por entonces pasaba una crisis que hoy aún comparte habitación con la ansiedad y el insomnio. Por aquellas me acompañaba quien hoy ya es ausencia y sólo forma parte de una llamada ocasional adornada de un hola como estás.

Por entonces creía saber lo que hoy ignoro. Me suponía alumna aventajada. Me suponía que la vida no podría arrebatarme la tan ansiada paz. Pensé que ya no hacía falta seguir luchando....

Durante este largo año reviví situaciones y controversias. Vi con mentiroso asombro cómo el mundo se desmoronaba. Incorporé a mis ansías las ansías del más ansioso que hasta hoy he conocido. Quisé y amé y nunca mentí sobre aquello que hoy se ha convertido en un cariño interminable. Cumplí con excelente hipocresía labores que alimentaban el estómago. Entendí que este año lo importante no era ser feliz sino seguir siendo. Abandoné la sana costumbre de pagar por ser escuchada, y me equivoqué apenas unas cincuenta millones de veces.

Después sufrí una pérdida de la que aún hoy me siento culpable. Acepté estar de nuevo acompañada de mi espejo, y comencé a imitarme cada día.

Aprendí a vivir con el miedo a la muerte. A saber que nadie puede darme lecciones, y que todos, absolutamente todos, somos unos infelices que no nos conformamos con lo que tenemos. Afortunadamente ahora sé distinguir a los amigos de los borrachos. A lo que les interesa cómo estoy de las hienas que con mi dolor renuevan su conversación en el café.

Distinguí la ignoracia del trabajo; el saber hacer del saber comportarse. Me grabé a fuego la mentalidad de propietario. Desterré viejos mitos y por qué no, le cogí el gusto a tener unas manos expresivamente bonitas.

Con las cenizas aún candentes recogí mis pedazos y volé a otro océano. Allí me encontré con la mayor de las angustias: no saber para qué vine al mundo. Mientras miraba por el cristal de un autobús alguién me preguntó qué hora era, y yo le respondí con mi mirada: es hora de que me ames.

Regresé sabiendo lo que no quería. No dudé en volver a tropezar con la misma piedra, de hecho, es la piedra con la que he elegido tropezar el resto de mi vida.

Ahora, me siento relativa. La rigidez del pensamiento se ha convertido con los años en una constante adaptación al mundo que cada día cambia conmigo. Ahora no puedo decir qué soy, porque soy todo y no soy nada. Todo cabe en un instante.

Ahora puedo sentirme polivalente sin pensar que soy una dispersa. Puedo reconocer que he alojado mis sueños en el borde de unos labios que no sé si algún día podré decir que me pertenecen. Ahora no tengo miedo en reconocer que soy muy débil, que todo puede hacerme daño. Que no pasa nada por no ser fuerte, que no pasa nada por perderlo todo y empezar de cero.

Esto es lo que soy. Lo que he aprendido en este año. De esto está formado mi cariño. De esto se componen mis abrazos mi ayuda y mi deseo.

Mañana emprendo un viaje que traerá aire fresco y nuevos recuerdos que compartir con los míos. Renovadas enseñanzas y humildades. Mis angustias volarán conmigo, pero hoy, milagrosamente, me siento tranquila.

5 comentarios:

  1. jose del moral10:16 a. m.

    Qué cantidad de sentimientos juntos, Ali. Todo esto lo tienes que soltar, no para eliminarlo pero sí para relativizarlo. Besos.

    ResponderEliminar
  2. Bonito post, Alicia, y muy valiente. Ha sido un placer leerte y conocerte un poquito mejor. Un abrazo,

    ResponderEliminar
  3. Vaya prosa tan lograda para explicar algo muy común, se aprende más pasando por situaciones complejas y viendo como lidiarlas, que con una vida entrealgodonada a la que aspira tanta gente, cero riesgo, cero sacrificio, cero problemas, pero de esa vida poco se tiene que aprender y tampoco es vida :-) Ánimo

    ResponderEliminar
  4. ¡La ansiedad! ¡Qué ratos (malos) nos da! Yo la tengo como "compañera" hace muchos años, y tenemos un acuerdo: me puede acompañar donde quiera que vaya, pero no puede prohibirme ninguna cosa que quiera hacer. Bonito post. Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  5. bien traído Ali y bien llevado Julen..

    ResponderEliminar